“Sinners” es todo lo que no sabías que querías en una película de vampiros. Dirigida por Ryan Coogler, esta historia combina el horror sobrenatural con una carga emocional intensa, música envolvente y una crítica social aguda. Los gemelos protagonistas regresan a su ciudad natal buscando empezar de nuevo, pero el pasado —y algo mucho más oscuro— los espera con hambre cuando cae el sol.
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Michael B. Jordan brilla al interpretar a los dos hermanos, con matices tan bien trabajados que, a mitad de la película, pareciera que estamos viendo a un tercer personaje completamente distinto. La dirección de Coogler se toma su tiempo para construir el mundo y a sus personajes, pero esa paciencia es recompensada con un segundo y tercer acto de alto impacto.

Visualmente es un deleite: la fotografía, los colores oscuros y cálidos, y un plano secuencia en el centro de la película se combinan con una banda sonora impregnada de blues que no solo ambienta, sino que se siente como un personaje más. La mezcla entre lo gótico y lo sureño crea una atmósfera atrapante.

“Sinners” es un golpe de frescura para el cine de género. Con una alegoría sobre el racismo y la intolerancia que no se siente forzada, sino intensamente humana y poderosa, Coogler demuestra que sigue siendo uno de los cineastas más sólidos salidos del universo Marvel. Ya está en cartelera y verla en IMAX es una experiencia imprescindible.